El Chaltén es el nombre con que los tehuelches denominaban al cerro
más prominente de la zona. Posteriormente, seria el perito Francisco
Pascasio Moreno, durante su expedición de límites en 1877, quien
bautizaría a este cerro con el nombre de Fitz Roy en honor al capitán
que acompañó a Charles Darwin en su expedición por la Patagonia. En
lengua de los aonikenk (tehuelches) quiere decir montaña que echa humo, ya que los habitantes originarios, al igual que muchos de los primeros exploradores, lo suponían un volcán.
Comenzamos la caminata en
la Hostería El Pilar remontando el río Blanco. Hacia el O vemos un
grupo de cerros de curiosos nombres: Cerro eléctrico, Cerro Marconi...
El camino se adentra en un bosque de ñires donde se puede ver el sistemático trabajo de los pájaros carpinteros.
A la derecha del sendero aparece el Glaciar Piedras Blancas, en clara regresión.
Llegamos al Lago de los Tres. Al fondo el Fitz Roy-Chaltén (la que echa humo), 3441 m. A la izquierda el Poincenot, 3002 m.
Isabel dudando sobre la ruta que va a seguir para ascender a la cumbre.
Al final se decide por la Ruta de los Franceses (4). La vista es desde
el SE por lo que no se puede ver la famosa Supercanaleta situada al O.Laguna Sucia, al S del Lago de los Tres.
Bajamos
En Lago Capri, realizando un antiguo rito indio (haciendo el indio) para alejar al puma (al que dicen que se le suele ver merodeando por la zona)
Llegando al Río de las Vueltas y a El Chaltén.
"Creados
por Kóoche (Dios), vivían en estado salvaje, luchando mano a mano con
las fieras, para procurarse el sustento y abrigándose en grutas. Un niño
excepcional llamado Elal, que no era de su raza, es salvado de las
garras de un gigante merced a la oportuna intervención del cisne (Kóokn)
quien, en vuelo sin etapas, lo traslada de la isla donde había nacido a
las yermas tierras patagónicas, depositándolo en la cima de la más
hermosa e imponente cumbre patagónica: El Chaltén. Pasa allí tres días,
alimentado y protegido solícitamente por las aves que lo habían
acompañado.
Librado luego a sus propios medios, tiene que luchar
con tres enemigos que le acechaban para quitarle la vida: el frío, la
nieve y el viento. Se defiende del primero golpeando unos pedernales y
produciendo el fuego; del segundo, fabricando el toldo (kau) con pieles
de guanaco, y del tercero, utilizando la capa (kai). Inventos que
transmite a sus amigos los aónikenk, junto con el arco y la flecha para
defenderse de las fieras. (...) El mismo protagonista, después de haber
vivido mucho tiempo entre sus amigos, dándoles sabias normas de vida y
de moral, fue a buscar a la hija del Sol, el lucero matinal (Kawó),
conducido en forma de pajarillo por su propia madre, que se había
transformado en un espléndido cisne de poderosas alas. Después de vencer
tres sutiles ardides tendidos astutamente por el Sol, logró la mano de
la doncella al colocarle el anillo misterioso que estaba oculto en lo
más recóndito de una profunda caverna.
Allá arriba, al lado del
Sol, espera a sus amigos, los aónikenk, y les ofrece caza abundante en
los mundos del espacio. Como prueba de su buena voluntad, dejó impreso
en el cielo el rastro del choique, choiols, la constelación Cruz del
Sur, para indicarles el camino que habían de seguir. Por eso el
patagónico mira con gusto el cielo estrellado. Allá están sus compañeros
divirtiéndose con perpetuas cacerías, como lo demuestran esas nubes
blancuzcas, las nubes de Magallanes, que es el polvo que levantan las
manadas de guanacos al disparar. Y lo dice también ese gran callejón
blanquecino, la Vía Láctea, por donde pasan a la carrera los cazadores,
sembrándolo con las plumas de los choiques que han cazado"