La historia del cacique bora Katenere queda escondida en la maraña de relatos que Vargas Llosa teje en "El sueño del celta".
Katenere es el protagonista de una rebelión contra la violencia que a principios del siglo XX estrangulaba física y mentalmente a los indígenas del Putumayo. Eran los tiempos del caucho. El cacique bora asesinó a Bartolomé Zumaeta -pariente del todopoderoso rey del caucho Luis César Arana- por haber violado a su mujer. Robó los rifles de sus jefes y al frente de un pequeño grupo de su tribu se internó en la selva. Durante dos años no pudieron detenerlo. Después llegaron su delación, tortura y asesinato, porque así suelen terminar las aventuras de los héroes del pueblo.
A pesar de ser el relato de la única rebelión indígena, ya sea en el Congo, ya en la Amazonía, de la novela, no ocupa ni una página completa:
Katenere es el protagonista de una rebelión contra la violencia que a principios del siglo XX estrangulaba física y mentalmente a los indígenas del Putumayo. Eran los tiempos del caucho. El cacique bora asesinó a Bartolomé Zumaeta -pariente del todopoderoso rey del caucho Luis César Arana- por haber violado a su mujer. Robó los rifles de sus jefes y al frente de un pequeño grupo de su tribu se internó en la selva. Durante dos años no pudieron detenerlo. Después llegaron su delación, tortura y asesinato, porque así suelen terminar las aventuras de los héroes del pueblo.
A pesar de ser el relato de la única rebelión indígena, ya sea en el Congo, ya en la Amazonía, de la novela, no ocupa ni una página completa:
"El
joven cacique bora del lugar, llamado Katenere, una noche, apoyado por
un grupito de su tribu, robó los rifles de los jefes y «racionales»,
asesinó a Bartolomé Zumaeta (pariente de Pablo Zumáeta), que en una
borrachera había violado a su mujer, y se perdió en la selva. La
Compañía puso precio a su cabeza. Varias expediciones salieron en su
busca. Durante cerca de dos años no pudieron echarle mano. Por fin, una
partida de cazadores, guiada por un indio delator, rodeó la choza donde
estaba escondido Katenere con su mujer. El cacique logró escapar, pero
la mujer fue capturada. El jefe Vásquez la violó él mismo, en público, y
la puso en el cepo sin agua ni alimento. La tuvo así varios días. De
tanto en tanto, la hacía azotar. Finalmente, una noche, el cacique
apareció. Sin duda había espiado las torturas de su mujer desde la
espesura. Cruzó el descampado, tiró la carabina que llevaba y fue a
arrodillarse en actitud sumisa junto al cepo donde su esposa agonizaba o
ya estaba muerta. Vásquez ordenó a gritos a los «racionales» que no le
dispararan. El mismo le sacó los ojos a Katenere con un alambre. Luego
lo hizo quemar vivo, junto con la mujer, ante los indígenas de los
alrededores formados en ronda" (El sueño del celta, pág 221) .
Según
parece los consumidores de narraciones literarias (o cinematográficas)
prefieren héroes cercanos con los que identificarse y los creadores...
se los dan.
Esta tendencia, que llega al paroxismo en las narraciones cinematográficas estadounidenses, está bastante generalizada.
En la reciente película de la directora española Icíar Bollaín, También la lluvia, un forzado happy end
roba el protagonismo heroico al indígena encarnado por Juan Carlos
Aduviri, Daniel (en representación de todo el pueblo boliviano de
Cochabamba). El guión le obliga a rcompartir el papel de héroe con
Costa, el cineasta español interpretado por Luis Tosar.