Cuando en nuestra infancia -en el País Vasco- repetíamos una cantinela que hacía comer morokil (una especie de papilla espesa de harina de maíz a la que se añadía leche caliente) a los indios mapuche,
nos imaginábamos alguna de esas tribus indias que continuamente veíamos
en las películas norteamericanas del Oeste. Indios como los sioux, apaches o comanches que luchaban contra el Séptimo de Caballería y que siempre perdían sus batallas.
Luego en el colegio nos hablaron de La Araucana, obra escrita en el siglo XVI por Alonso de Ercilla, de origen vasco (la torre de sus antepasados aún se mantiene en pie en el puerto de Bermeo), donde se describía la lucha entre españoles e indios americanos.
En ambos casos se hacía referencia al pueblo mapuche sin que tuviéramos idea de dónde situarlo y sin conocer nada de su historia.
Hoy encontramos otro sorprendente nexo de unión entre mapuches y vascos en la lucha del anarquista Ásel Luzárraga, encarcelado en Chile. Entre otros muchos sitios en la red, podemos leer aquí la transcripción de la entrevista que el activista vasco concedió al periódico anarquista El Surco en marzo de este año.
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Por nuestro lado, en el viaje por el N de Chile habíamos oído hablar con admiración de la lucha actual de los mapuches en defensa de su supervivencia como nación. En San Pedro de Atacama hablaban con escepticismo de las reivindicaciones aymara (más al N) y las contraponían a las de los mapuches: “ellos si están haciendo bien las cosas”.
Luego el terremoto del 3 de marzo, al hacer impracticables las rutas al S de Santiago nos impidió visitar su actual territorio en los alrededores del río Bio Bio. Sin embargo, fuimos oyendo de ellos en nuestro camino hacia Ushuaia..
Nos hablaron de que ya en el siglo XVIII los mapuches habían desbordado su hábitat originario (centro-sur de Chile) y se habían extendido hacia el E de la Cordillera andina. En 1750 los mapuches ya influían en las poblaciones indígenas patagónicas de la Argentina actual, no sólo mediante la generalización del uso de su lengua el mapudungun, sino en la extensión de algunas de sus prácticas económicas (cultivos, metalurgia, técnicas textiles...) y religiosas.
El proceso de araucanización (o mapuchización) de la Patagonia argentina se profundizó en el siglo XIX como consecuencia de la emigración de fuertes contingentes mapuches que huían de la violencia en los años posteriores a la independencia chilena.
Hoy la población mapuche, fundamentalmente urbana, mantiene vínculos con sus comunidades de origen y reclama el reconocimiento de su cultura y territorio. Algunas de sus organizaciones reclaman el derecho de autodeterminación como pueblo, reconocido en la Carta de Naciones Unidas. Territorio reivindicado por el pueblo mapuche.
Merece la pena entrar en alguna de sus páginas como http://www.mapuexpress.net/ y conocer sus inquietudes y reivindicaciones.
Por otro lado, volviendo a aquella obra literaria que no leimos en la juventud, La Araucana, hay que reconocerla como un gran poema épico que ningún mapuche debería dejar de leer. Los ingleses la consideran el mayor canto épico sobre la Conquista española, Voltaire encuentra en ella elementos de la Ilíada homérica y todos reconocen como hecho insólito el amor y la admiración que un español de la época de la Conquista, Alonso de Ercilla, tenía para con sus enemigos, los araucanos. Prólogo del propio de Ercilla
"...Y si a alguno le pareciera que me muestro algo inclinado a la
parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más extendidamente
de lo que para bárbaros se requiere, si queremos mirar su crianza,
costumbres, modos de guerra y ejercicio de ella, veremos que muchos
no les dan hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran constancia
y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son
los españoles..."
Se puede disfrutar de esta epopeya mapuche en este texto de La Araucana comentado por el escritor chileno Carlos Ruiz-Tagle.
Ahora, afortunadamente, también se escribe en mapudungun, lengua mapuche: Poema del escritor mapuche-chileno Lionel Lienlaf. La palabra huinca-winka se refiere a los conquistadores españoles (nuevos incas para los mapuches).
Luego en el colegio nos hablaron de La Araucana, obra escrita en el siglo XVI por Alonso de Ercilla, de origen vasco (la torre de sus antepasados aún se mantiene en pie en el puerto de Bermeo), donde se describía la lucha entre españoles e indios americanos.
En ambos casos se hacía referencia al pueblo mapuche sin que tuviéramos idea de dónde situarlo y sin conocer nada de su historia.
Hoy encontramos otro sorprendente nexo de unión entre mapuches y vascos en la lucha del anarquista Ásel Luzárraga, encarcelado en Chile. Entre otros muchos sitios en la red, podemos leer aquí la transcripción de la entrevista que el activista vasco concedió al periódico anarquista El Surco en marzo de este año.
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Por nuestro lado, en el viaje por el N de Chile habíamos oído hablar con admiración de la lucha actual de los mapuches en defensa de su supervivencia como nación. En San Pedro de Atacama hablaban con escepticismo de las reivindicaciones aymara (más al N) y las contraponían a las de los mapuches: “ellos si están haciendo bien las cosas”.
Luego el terremoto del 3 de marzo, al hacer impracticables las rutas al S de Santiago nos impidió visitar su actual territorio en los alrededores del río Bio Bio. Sin embargo, fuimos oyendo de ellos en nuestro camino hacia Ushuaia..
Nos hablaron de que ya en el siglo XVIII los mapuches habían desbordado su hábitat originario (centro-sur de Chile) y se habían extendido hacia el E de la Cordillera andina. En 1750 los mapuches ya influían en las poblaciones indígenas patagónicas de la Argentina actual, no sólo mediante la generalización del uso de su lengua el mapudungun, sino en la extensión de algunas de sus prácticas económicas (cultivos, metalurgia, técnicas textiles...) y religiosas.
El proceso de araucanización (o mapuchización) de la Patagonia argentina se profundizó en el siglo XIX como consecuencia de la emigración de fuertes contingentes mapuches que huían de la violencia en los años posteriores a la independencia chilena.
Hoy la población mapuche, fundamentalmente urbana, mantiene vínculos con sus comunidades de origen y reclama el reconocimiento de su cultura y territorio. Algunas de sus organizaciones reclaman el derecho de autodeterminación como pueblo, reconocido en la Carta de Naciones Unidas. Territorio reivindicado por el pueblo mapuche.
Merece la pena entrar en alguna de sus páginas como http://www.mapuexpress.net/ y conocer sus inquietudes y reivindicaciones.
Por otro lado, volviendo a aquella obra literaria que no leimos en la juventud, La Araucana, hay que reconocerla como un gran poema épico que ningún mapuche debería dejar de leer. Los ingleses la consideran el mayor canto épico sobre la Conquista española, Voltaire encuentra en ella elementos de la Ilíada homérica y todos reconocen como hecho insólito el amor y la admiración que un español de la época de la Conquista, Alonso de Ercilla, tenía para con sus enemigos, los araucanos. Prólogo del propio de Ercilla
"...Y si a alguno le pareciera que me muestro algo inclinado a la
parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más extendidamente
de lo que para bárbaros se requiere, si queremos mirar su crianza,
costumbres, modos de guerra y ejercicio de ella, veremos que muchos
no les dan hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran constancia
y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son
los españoles..."
Se puede disfrutar de esta epopeya mapuche en este texto de La Araucana comentado por el escritor chileno Carlos Ruiz-Tagle.
Ahora, afortunadamente, también se escribe en mapudungun, lengua mapuche: Poema del escritor mapuche-chileno Lionel Lienlaf. La palabra huinca-winka se refiere a los conquistadores españoles (nuevos incas para los mapuches).