Antzinako hitzak:
Elur malutak bezala,
Airean zalantza eginez
Instant batez, eta lurrera eroriz
Kexurik isuri gabe.
Esan beharko nuke: ixil ixilik.
(Así mueren
las palabras antiguas:
como copos de nieve
que tras dudar en el aire
caen al suelo
sin un lamento.
Debería decir: callando.)
Bernardo Atxaga
El yámana, yagán o yaghan, la lengua del pueblo que habita(ba) las costas del Canal Beagle, al Sur de Tierra de Fuego está a punto de desparecer. Sólo queda una hablante, Cristina Calderón, nacida hace 82 años en Villa Ukika, junto a Puerto Williams, en la isla Navarino, Chile.
Una lengua más que desaparece. Se dirá que los propios yámanas dejaron de enseñarla a sus hijos. Es cierto. Sin embargo, todos sabemos que las formas de imposición de las culturas dominantes son difícilmente evitables sin caer en la marginación económica y social.
40.000 palabra yámanas no volverán a ser pronunciadas nunca más, 40.000 palabras antiguas desaparecerán como los copos de nieve de los que habla Atxaga.
No se volverán a pronunciar aquellas palabras que el capitán Fitz Roy recogiera en las costas fueginas, ante el escepticismo de Darwin, durante su viaje en el Beagle alrededor del mundo: telkh (ojos), nol (nariz) o uf'fe'are' (boca)
Ni tampoco se oirá mamihlapinatapai que según dicen quiere significar una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar. (Por cierto, los representantes de las culturales superiores haciendo gala de su reconocido infantilismo han tenido la ocurrencia de colocar esta palabra en el famoso libro de records como la palabra más concisa del mundo)
Cristina Calderón, última yagán. Museo yámana de Ushuaia.
Cristina Zárraga, nieta de Cristina Calderón, recoge testimonios de la cultura yámana.
Fotografías de otros tiempos. Museo yámana.
Los yámana llamaban alakaluf a los kawéskar, sus vecinos del NO, y ona a los del N, los shelk'nam.
Los del extremo oriental, los mánekenk, eran llamados haush por los shelk'nam.
El
doble nombre yámana/ yagán viene del siglo XIX. Los misioneros ingleses
que llegaron a la zona en ese siglo (entre ellos Thomas Bridges)
decidieron llamarles yaganes porque yámana significa hombre (individuo masculino). Los propios yámanas aceptaron esa nueva denominación.