Nada más entrar a la vieja medina encontramos otra plaza elíptica, más excéntrica (en su significado geométrico), porticada y con un mercado tradicional.
Las calles que confluyen en esta plaza hablan de años de abandono y deterioro e indican un nivel de vida bastante inferior al de Asilah.
El pasado colonial español de Larache es todavía reconocible en sus fuertes semiderruidos, en los nombres de calles o en las iglesias invadidas por la vegetación.
Calle del Jartzi
Cuesta del Jam(an)
Calle de los Asara
Homenaje al cordobés Averroes
En un petit taxi bordeamos el puerto (en el estuario del Lucus), cruzamos el río y llegamos a los pies de Lixus.
Lixus fue un asentamiento fenicio, luego púnico, más tarde ciudad romana y, ahora, un montón descuidado de ruinas.
Recorremos las ruinas en compañía de un joven con escasos conocimientos lingüísticos. ¡Cuanto te echamos en falta, Ladón!
Según los clásicos, ésta es una de las localizaciones del Jardin de las Hespérides, vigilado por el dragón políglota Ladón (post del 2009/09/16)
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El chaval que nos acompaña es hijo de Mukhtar el guía al que tan bien retrata (así como todo este lugar) el escritor Luis Pancorbo en un artículo de El País del pasado Agosto.
Los meandros del oued Lukus se extienden en la verde llanura hasta donde se pierde la vista. La blanca Larache, sucesora de esta Lixus abandonada, se apiña en torno a un promontorio frente a nosotros, el azul turquesa del tramo final del río se funde con el azul, casi añil, del Atlántico.
Volvemos a Larache paseando junto a antiguas salinas y marismas repletas de blancas gaviotas.
(2009-9-16)
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