El gran Imperio almohade se gestó en un pequeño valle inaccesible situado en pleno Atlas, en Tinmel.
Son muchas las refrencias a la inaccesibilidad de Tinmel:
El geógrafo al-Idrisi, en el siglo XII, califica el camino que lleva a Tinmel como “sendero semejante a una escala”.
El ministro granadino Ibn al-Jatib, en el XIV, dice haber tenido que atravesar treinta veces las aguas glaciales del oued Nfis antes de alcanzar el lugar, añadiendo, con humor, que “¡ni siquiera en sueños, un fantasma tomaría este camino!”
En la obra contemporáneo anónima Kitab al-Istibsar se dice “Sólo se puede acceder al lugar de reposo de los Santos Imanes (los califas almohades) por una carretera formada de piezas de madera que pueden quitarse si es preciso, y entonces, los caminos cortados no dejan entrever más que abismos sin fondo"
(Citas del libro Itinerario cultural de Almorávides y Almohades)
Sin embargo, es en Tinmel donde el fundador del movimiento almohade, el Mahdi Muhammad Ibn Tumart, se decidió a partir de 1120 por el combate, con la firme voluntad de desarraigar totalmente a los almorávides y lo consiguió.
Además allí se encuentra una de las joyas de la arquitecua religiosa del siglo XII: la mezquita, con aspecto externo de kasbah, de Tinmel.
Hacia allí nos dirigimos desde Imlil a bordo del taxi de Abdul. Llegamos a Asni y giramos hacia el Sur por la carretera que, siguiendo el curso del oued Nfis, se interna de nuevo en el Alto Atlas en dirección al impresionante puerto de Tizi n'test. El valle es escarpado, árido y estrecho pero, poco después de Ijoukak, se abre de forma espectacular, descubriéndonos un auténtico vergel: hemos llegado a la cuna de los almohades, Tinmel.
La mezquita, otrora centro espiritual del mundo islámico occidental y ahora solitaria y abandonada, provoca en el visitante el mismo escalofrío que el de otros lugares importantes en la historia.
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