John Adams, segundo presidente de los Estados Unidos (1), pasó unos días en el País Vasco en 1780 en su camino hacia París. Allí llevaría a cabo tareas diplomáticas esenciales para la independencia de su país (1783).
No hemos encontrado ninguna versión en castellano del libro Works of John Adams,
Second President of the United States, escrito por su nieto Charles
Francis Adams y publicado en Boston en 1851, y nos hemos animado a traducir las partes de ese diario en que menciona a nuestro país.
Pongamos el contexto:
Pongamos el contexto:
A principios de diciembre de 1779 la
fragata militar francesa Sensible,
que transporta a John Adams desde Boston a Francia, sufre una
importante vía de agua y tiene que entrar de arribada forzosa en el
puerto gallego de El Ferrol.
Las perspectivas de una rápida
reparación de la nave son poco halagüeñas y Adams decide proseguir su
viaje por tierra.
Después de unos días de estancia en El Ferrol y
La Coruña la comitiva, formada por 13 personas, 13 mulas y tres
calesas, inicia su andadura por una ruta que se superpone al Camino
de Santiago (2). El grupo, encabezado por el propio Adams, está
constituido por dos de sus hijos, John Quincy (3) y Charles, de doce
y nueve años respectivamente; Mr Thaxter, tío de los niños y su
tutor; Francis Dana, secretario de Adams;
Mr. Allen, Sam Cooper Johonnot, tres sirvientes y dos muleros que les acompañarán hasta Francia.
El
camino es malo y las posadas, en opinión de los viajeros, poco
confortables. Las quejas se centrarán en el frío, el humo que llena
las cocinas españolas, que les sorprenden por su falta de chimeneas
y ventanas. Los cultivos están descuidados y los viajeros tienen la
sensación de que lo único valioso en aquellas tierras está en el interior de las iglesias, y que las únicas personas bien alimentadas
son las que pertenecen al clero.
Después de
días de penoso recorrido llegan al desfiladero de Pancorbo. Es aquí
donde comenzamos la traducción del libro.
Diario de
John Adams (extracto)
Jueves, 13 de
Enero [de 1780]
Viajamos
desde Briviesca a Pancorbo, donde comemos. Atravesamos [Pan]Corbo,
un pueblo con media docena de pequeñas aldeas a la vista, todas
con iglesia propia. Pancorbo se encuentra donde comienza la
zona montañosa. Hay una especie de viejo camino carretil, que sube
por el lado más empinado de las peñas. Pasamos entre hileras de montañas, las más altas y escarpadas que haya visto nunca.
Son la frontera entre Castilla la Vieja y Bizkaia. Pancorbo es el
último pueblo de la vieja Castilla. En Puente de la Rada (4) nos
paran unos guardias y nos piden el pasaporte. Muestro el
pasaporte, del Gobernador de Galicia, lo leen con mucha atención y nos
dejan pasar. Por la tarde andamos nuestras buenas cuatro leguas y ahora
estamos en Espejo, en la mejor posada que haya visto. Sin embargo, la
cocina es de estilo español y en la casa, como en todas las demás,
no hay ninguna chimenea. Todas las posadas en que hemos estado
se encuentran repletas de grabados e imágenes religiosas. La habitación
en la que ahora escribo tiene dos camas, en la cabecera de cada una
de ellas hay una vasija de porcelana de Delft para agua santa o
bendita. Así mismo, sobre cada cabecera hay una pulcra cruz de unas
10 pulgadas de largo, con una imagen de Jesucristo, de algún metal
como estaño, metal de campana (5) o peltre. En la pared hay un
cuadro de la Virgen María del Monte Carmelo y otros muchos, que no
tengo paciencia de anotar. Desde Espejo, donde estamos ahora, iremos
a Orduña, a cuatro leguas, y de allí a Bilbao, que
está a 6.
Viernes, 14
Viajamos de
Espejo a Orduña, 4 leguas. Todo la carretera está hecha con mucho esfuerzo, pero lo más curioso es el descenso de las montañas de Orduña. Estas son esencialmente peñas de gran altura.
Sin embargo, se ha abierto una carretera desde lo alto de ellas hasta bastante abajo en el valle. Después de zigzaguear
durante un buen trecho, en el que se observan las marcas de los barrenos en las rocas, se llega finalmente a una zona de pendiente en la que
la única forma de hacer la carretera, para que un carro pueda subir o
bajar, es hacerla serpentear. Al pie de estas montañas hay un fértil
valle, en cuyo centro está el pueblo de Orduña.
En
este reducido espacio se apiñan dos conventos, uno de frailes y otro
de monjas. Mientras pasamos, veo a los perezosos zánganos
franciscanos en las ventanas de sus celdas. Al pie de las montañas
tenemos que pagar un pequeño peaje para el mantenimiento de la
carretera. El administrador manda inspeccionar nuestros baules, pero
le enviamos nuestros pasaportes, y esto trae como consecuencia un
atento mensaje de su secretario, que dice que ha visto mi nombre en
la Gazeta (6), que se alegra de que haya llegado, que me desea éxito y
prosperidad, y que quiere saber si necesito algo, o si puede ayudarme
de alguna manera. Le contesto que se lo agradezco, etc..., pero que
no necesito nada. Por la tarde continuamos por la carretera, que
sigue el curso de un pequeño río que nace en las montañas de
Orduña, y descendemos entre dos hileras de montañas hasta Luyando,
donde nos alojamos esta noche, a cuatro leguas de Bilbao. La posada
es tan sucia e incómoda como casi todas las que hemos visto. Ayer y
hoy nos hemos encontrado con un gran número de mulas cargadas con
productos de Bilbao. Las mulas y sus arrieros tienen muy buen aspecto
en comparación con los que hemos visto hasta ahora. Su carga es
pescado en salazón, sardinas, bacalao y un tipo de pescado que se ve
mucho aquí, besugo. Transportan también herraduras, preparadas en
Bilbao para venderlas en diferentes partes del Reino. Las montañas
de Bizkaia, de Bilbao, de Orduña y Pancorbo, llamadas con esos
nombres, son las más notables que haya visto nunca. Felipe V
hizo la primera carretera a través de las montañas de Pancorbo; el
actual Rey (7) ha hecho la mayor parte de la que atraviesa los montes
de Orduña. Es molesto ver el hermoso valle de Orduña consumido
por tal cantidad de colmenas de zánganos. Es un hermoso, fértil y
bien cultivado lugar, casi el único que he visto en Bizkaia, apto
para el cultivo.
Sábado, 15
de Enero
Seguimos la
carretera junto al río, entre dos hileras de montañas, hasta llegar
a Bilbao. Poco antes hemos visto el Pan de Azúcar (8). Es una
montaña de forma piramidal a la que se llama de esa manera. La ciudad está
rodeada de montañas.
La posada
donde estamos es tolerable, y está situada entre una iglesia y un
convento. Desde que llegamos hemos estado amenizados con la
música del convento.
Poco después
de nuestra llegada nos visitan los capitanes Babson y Lovat. Lovat
zarpará rumbo a América en cuanto tenga viento favorable y Babson
[también lo hará] muy pronto. Ambos tienen patente de corso.
Caminamos
junto al río, lo que ha sido bastante agradable. Mientras estábamos
ausentes en nuestro paseo, el Sr. Gardoqui y su hijo han venido a
visitarme.
Domingo, 16
Descansamos y
escribo
Lunes, 17
Comemos con
los dos Sres. Gardoqui y con un sobrino de ellos. Después de la
comida, los caballeros nos acompañan a la iglesia parroquial, al
otro lado del camino; luego a la vieja iglesia parroquial de
Santiago, que fue seguramente erigida en el año 1300. El altar
mayor parece muy antiguo, labrado con imágenes de madera, la obra
está muy bien ejecutada. El coro, la sacristía, etc..., como los de
todas las demás iglesias. Después vamos a la Cámara de Comercio
(9). Esta es una curiosa institución; anualmente, en cierto día a
principios de Enero, se reúnen todos los comerciantes de Bilbao,
escriben sus nombres en una bolas o papeletas que se introducen en
una caja. De ella se sacan al azar 4 nombres. Estos cuatro nombran un
cierto número de consejeros o senadores. Pero tengo que indagar más
sobre este tema. Este consejo de comercio trata, inicialmente, de
poner de acuerdo a todos los comerciantes en litigio; si no tienen
éxito, se debe presentar una solicitud al consejo mediante petición
escrita. Posteriormente, esta es atendida y resuelta, quedando sujeta
a apelación en algún [otro] lugar. Aquí no hay cónsul de Francia,
Inglaterra u Holanda ni de cualquier otra nación. El Consejo de
Comercio se opone a ello. La cámara está adornada con cuadros de
los actuales reyes y de los inmediatamente anteriores, etc.,
cuadros de las bolsas de Londres, Amsterdam, Amberes etc. Los
capitanes Babson, Lovat y Wickes han comido con nosotros. He hablado
con el Sr. Gardoqui en nombre de quince prisioneros americanos huidos
de Portugal, y he acordado que se les suministren ropas por un
importe de seis dólares por hombre. Le he dicho que no tengo
autoridad, y que no puedo asegurarle el reembolso, pero que creía
que el Congreso haría todo lo posible para reintegrárselo.
Hay una
academia en Bergara para la juventud de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba (10).
Ayer, un tal Mr. Maroni, un caballero irlandés, vino a visitarme.
Las tierras
de Bizkaia están básicamente en manos de sus habitantes, hay pocos
señoríos. Los duques de Berwick y Medinaceli tienen aquí algunas
propiedades pero no son considerables. En las crecidas de primavera la profundidad
[de la ría] es suficiente para el intercambio comercial y permite que en el
canal floten navíos de 100 toneladas.
Martes, 18
Pasamos el
día paseando por la ciudad. Deambulamos por el muelle junto al río,
por el mercado de frutas y verduras: coles, nabos, zanahorias,
remolachas, cebollas, etc.; manzanas, peras, etc., pasas, higos,
frutos secos, etc. Vamos hasta la puerta por donde entramos en la
ciudad, luego subimos hacia el monte por unas escaleras de piedra, y
vemos bonitos jardines, zonas verdes y vegetación. Volvemos y vemos
el puesto de un vendedor de libros; luego paseamos, una a una, por
todas las calles de la ciudad. Posteriormente nos reunimos con los
Sres. Gardoqui, quienes vienen con nosotros para mostrarnos algunas
tiendas: cristalerías, tiendas de porcelana, de baratijas, de
chucherías, y cuchillerías. No encuentro nada de mucho valor. Sin
embargo, hay algunos almacenes y tiendas, muy grandes y llenos.
Miércoles,
19
Bajamos
por el río a visitar el Rambler,
un patente de corso de 18 cañone, que pertenece a Mr. Andrew Cabot,
de Beverly, y cuyo comandante es el capitán Lovat; y el Phoenix,
un bergantín de 14 cañones, propiedad de los Sres. Tracy,
de Newburyport, y que tiene por comandante al capitán Babson. Babson
nos hace los honores con dos salvas de 13 cañonazos y Lovat con
otra más (11). Comemos en una taberna junto a la ría y disfrutamos
de una agradable jornada. Vamos a ver un barco correo nuevo en el Real
Astillero y los nuevos tinglados para fabricar jarcias, que tienen
210 brazas de longitud (12).
Jueves, 20
Aunque
hemos intentado hacer el máximo ejercicio posible y entretenernos
tanto como podíamos, y a pesar de la atención y hospitalidad de
los Gardoqui, que han hecho todo lo que estaba en su mano para
complacernos, nuestra estancia en este lugar ha estado, sin embargo,
muy lejos de ser cómoda. Todos estamos enfermos, con fuertes
resfriados y toses; algunos de nuestros criados y niños se
encuentran tan mal que vivimos bajo la sombría aprensión de tener
que retrasarnos mucho y, quizás, de perder a algún miembro de
nuestro grupo. Aquí las casas, como en cualquier otro lugar [de
España] no tienen chimenea ni fuego bajo ni ventanas, y no hemos
podido hallar ninguna de esas comodidades a las que hemos sido
acostumbrados desde la cuna ni ese placentero y tranquilo descanso a
la hora de dormir, del que tanto depende la salud y felicidad. El día
20 reunimos la suficiente determinación para
salir de Bilbao y, atravesando un montañoso país y por malos
caminos, llegamos al río o, mejor dicho, al arroyo que separa España
de Francia. Las casas en Bizkaia y Gipuzkoa parecen ser más grandes
y adecuadas que las de Galicia, Castilla o León, pero las posadas
son prácticamente iguales. En la última casa de España encontramos
una chimenea, la única que hemos visto desde aquella en la casa de
M. Déstournelles, cónsul francés en La Coruña. En nuestro
recorrido hemos visto unos pocos pueblos a lo lejos, uno de ellos
Fuenterrabía. Llegamos a San Juan de Luz, primer pueblo de Francia,
y comemos allí; y nunca un cautivo escapado de prisión estuvo más
feliz que yo; porque allí todo estaba limpio, agradable y
confortable, en comparación con todo lo que hemos encontrado en
cualquier parte de España.
Domingo,
23
Llegamos a
Bayona. Aquí pagamos a nuestro guía español, con todo su cortejo
de caballos, calesas, carros, mulas y criados. Para hacerles
justicia, siempre han mostrado disposición a ayudar y a ser lo más
amigables posible; y no hemos tenido razones para lamentar ningún
comportamiento impropio por parte de ninguno de ellos. Me he visto
obligado a vender mi mula, cosa que he lamentado mucho, porque es un
excelente animal y me ha servido muy bien. La he vendido por lo que
me había costado. Hemos comprado un carruaje y alquilado otros para
nuestro viaje. He visitado al Gobernador y él me ha devuelto la visita.
Notas
(1)
John Adams fue presidente de los EEUU en el período 1797-1801 y vicepresidente con el primer presidente norteamericano, Georges Washington (1789-1797).
(2)
El recorrido fue El Ferrol, La Coruña, Betanzos, Castillano,
Bahamonde, Lugo, Gallego, Cebrero, Villafranca del Bierzo,
Ponferrada, Astorga, León, Mansilla, Sahagún, Paredes de Nava,
Celada del Camino Burgos, Briviesca, Pancorbo…
(3)
John Quincy Adams, sexto presidente de los EEUU en el período
1825-1829.
(4)
Puentelarrá.
(5)
Un tipo de bronce.
(6) Gazeta de Madrid del 24 de diciembre de 1779.
(7) Carlos III.
(8) ¿Monte Serantes?
(9) Consulado de Bilbao.
(10) El Seminario de Bergara, de la Real Sociedad Patriótica Bascongada de Amigos del País.
(11) 13
cañonazos en honor de las 13 colonias norteamericanas rebeldes.
(12) En Zorroza, a una legua de Bilbao. Documentada actividad astillera desde el siglo XV, Zorroza alcanza su periodo de esplendor en los siglos XVII y XVIII. En 1764 el Astillero Real de Zorroza fue designado como constructor de barcos correo.
(12) En Zorroza, a una legua de Bilbao. Documentada actividad astillera desde el siglo XV, Zorroza alcanza su periodo de esplendor en los siglos XVII y XVIII. En 1764 el Astillero Real de Zorroza fue designado como constructor de barcos correo.
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