Posted at 2010/06/04
Alí, un simpático taxista turco de Çanakale, nos lleva, ya de noche, a la Pensión Merkur en la Torstrasse. La calle, situada en Berlín Este, perteneció en su día al barrio judío, al Scheunenviertel. Hoy en esta calle ancha y arbolada conviven los edificios de principios del siglo XX que sobrevivieron a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, con esas otras edificaciones sencillas y aústeras características de los regímenes socialistas.
Al día siguiente, por la mañana, conseguimos que el escritor y periodista austrohúngaro Joseph Roth nos acompañe por las calles del Scheunenviertel.
El 20 de Octubre de 1920 Roth escribe lo siguiente en el Neue Berliner Zeitung:
"...Eran refugiados. Se les conoce generalmente con el nombre de "el peligro del Este". El miedo al pogromo los une en una avalancha de miseria y mugre que, creciendo lentamente, va cruzando Alemania desde el Este. En los barrios del este de Berlín se amontona una parte en grandes grupos. La mayoría están viejos, decrépitos y acabados. Proceden de Ucrania, Galitzia, Hungría. Cientos de miles fueron víctimas de los pogromos en su propia tierra. Los supervivientes vinieron a Berlín..."
Uno de los hoteles en los que se amontonaban los emigrantes judíos en la calle Grenadierstrasse (hoy llamada Almstadtstrasse) esquina con Hirtenstrasse.
Hoy no queda nada de aquel edifico en el cruce de calles.
Sigue Roth con su relato: "En total desde que acabó la guerra, han sido 50.000 las personas que han llegado a Alemania procedentes del Este. Huelga decir que parecen millones. Pues da la impresión de que la miseria se ha duplicado, tripliclado, de que es diez veces mayor. Tanta es la que hay. Entre los emigrantes hay más obreros y artesanos que comerciantes. Según la división por trabajos hay un 68,3% de obreros, un 14,26% de asalariados y sólo un 11,13 % de comerciantes por cuenta propia"Librero judío en la escuela talmúdica Etz Jáyim en Grenadierstrasse 31 (hoy Almstadtstrasse 16)
La casa, incluso su puerta de madera, se mantiene en la actualidad.
El 14 de Septiembre de 1929 escribe Joseph Roth : "En los días en que los judíos eran asesinados en Palestina (el escritor se refiere a la Matanza de Hebrón) me fuí a la Grenadierstrasse (y no a Jerusalén). Tenía la sensación de que era menester estar más cerca de los deudos que de los muertos. Rendí una visita de condolencia a la Grenadierstrasse. Las letras hebreas en los rótulos de los comercios, en los letreros de las puertas y en los escaparates interrumpían con una gravedad helada y angulosa la alegre curvatura de los caracteres de la Antiqua europea y parecían, pese a recomendar solamente algún que otro artículo, epitafios, liturgias, rituales y conjuros. .. Fue con estos signos, los mismos que aquí anunciaban la venta de arenques, discos de gramófonos y libros de anécdotas judías con los que Jehová se manifestó una vez en el monte Sinaí. Por medio de estas letras esquinadas y horribles dió a los judíos la primera ley oral horrible para que la transmitieran a los pueblos de la tierra. Hace falta un amor realmente divino -pensé- para hacer de este pueblo un elegido...
¡No!Si a los judíos los están apaleando en Palestina, no es necesario ir a Jerusalén ni estudiar el asunto del mandato británico para entenderlo. No solo en Jerusalén hay un Muro de las Lamentaciones. En la Grenadierstrasse hay uno detrás de otro. La mano severa de Dios pesa visiblemente sobre la espalda doblegada del pueblo. En los miles de caminos que ha recorrido, recorre y aún habrá de recorrer no hay una sola salida, ningún camino que lleve a un destino concreto terrenal. Ni a una "patria", ni a un "hogar", ni a un "refugio", ni a una "libertad". Son muchas las ocasiones en las que se pueden distinguir la llamada "voluntad de la historia". Pero en ningún lugar se manifiesta con tanta intensidad como en las muchas Grenadierstrassen en las que los judíos, más que vivir, yerran..."
Hay amargura en las palabras de Joseph Roth. Es judío, habla yidish, pero ya no cree en el dios de sus mayores. Le duele su pueblo pero no es sionista. Considera que no constituyen una nación, que son algo más, que han superado las características más toscas de las nacionalidades: el Estado, las guerras y conquistas. Considera que el sionismo va a ser sólo un amargo experimento, que significa una degradación de judaísmo porque desde el momento en que se apela a la tradición belicista de los judíos, la de la conquista de Canaán o la de los Macabeos se está relegando a la Biblia, a los Salmos o al Cantar de los Cantares.
Es una apuesta por la pluma frente a la espada, por la cultura frente a la violencia. Los episodios que están a punto de desencadenarse en Alemania demostrarán que estaba equivocado.
La calle Grenadierstrasse desde la Münzstrasse. Joseph Roth se ríe en alguno de los artículos de la costumbre de los judíos de amontonarse en los bordillos de las aceras.
Hoy la calle, ocupada por los automóviles, está vacía de gente. Aún se conservan algunos edificios de la época (p. e. el segundo de la izquierda)
Alí, un simpático taxista turco de Çanakale, nos lleva, ya de noche, a la Pensión Merkur en la Torstrasse. La calle, situada en Berlín Este, perteneció en su día al barrio judío, al Scheunenviertel. Hoy en esta calle ancha y arbolada conviven los edificios de principios del siglo XX que sobrevivieron a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, con esas otras edificaciones sencillas y aústeras características de los regímenes socialistas.
Al día siguiente, por la mañana, conseguimos que el escritor y periodista austrohúngaro Joseph Roth nos acompañe por las calles del Scheunenviertel.
El 20 de Octubre de 1920 Roth escribe lo siguiente en el Neue Berliner Zeitung:
"...Eran refugiados. Se les conoce generalmente con el nombre de "el peligro del Este". El miedo al pogromo los une en una avalancha de miseria y mugre que, creciendo lentamente, va cruzando Alemania desde el Este. En los barrios del este de Berlín se amontona una parte en grandes grupos. La mayoría están viejos, decrépitos y acabados. Proceden de Ucrania, Galitzia, Hungría. Cientos de miles fueron víctimas de los pogromos en su propia tierra. Los supervivientes vinieron a Berlín..."
Uno de los hoteles en los que se amontonaban los emigrantes judíos en la calle Grenadierstrasse (hoy llamada Almstadtstrasse) esquina con Hirtenstrasse.
Hoy no queda nada de aquel edifico en el cruce de calles.
Sigue Roth con su relato: "En total desde que acabó la guerra, han sido 50.000 las personas que han llegado a Alemania procedentes del Este. Huelga decir que parecen millones. Pues da la impresión de que la miseria se ha duplicado, tripliclado, de que es diez veces mayor. Tanta es la que hay. Entre los emigrantes hay más obreros y artesanos que comerciantes. Según la división por trabajos hay un 68,3% de obreros, un 14,26% de asalariados y sólo un 11,13 % de comerciantes por cuenta propia"Librero judío en la escuela talmúdica Etz Jáyim en Grenadierstrasse 31 (hoy Almstadtstrasse 16)
La casa, incluso su puerta de madera, se mantiene en la actualidad.
El 14 de Septiembre de 1929 escribe Joseph Roth : "En los días en que los judíos eran asesinados en Palestina (el escritor se refiere a la Matanza de Hebrón) me fuí a la Grenadierstrasse (y no a Jerusalén). Tenía la sensación de que era menester estar más cerca de los deudos que de los muertos. Rendí una visita de condolencia a la Grenadierstrasse. Las letras hebreas en los rótulos de los comercios, en los letreros de las puertas y en los escaparates interrumpían con una gravedad helada y angulosa la alegre curvatura de los caracteres de la Antiqua europea y parecían, pese a recomendar solamente algún que otro artículo, epitafios, liturgias, rituales y conjuros. .. Fue con estos signos, los mismos que aquí anunciaban la venta de arenques, discos de gramófonos y libros de anécdotas judías con los que Jehová se manifestó una vez en el monte Sinaí. Por medio de estas letras esquinadas y horribles dió a los judíos la primera ley oral horrible para que la transmitieran a los pueblos de la tierra. Hace falta un amor realmente divino -pensé- para hacer de este pueblo un elegido...
¡No!Si a los judíos los están apaleando en Palestina, no es necesario ir a Jerusalén ni estudiar el asunto del mandato británico para entenderlo. No solo en Jerusalén hay un Muro de las Lamentaciones. En la Grenadierstrasse hay uno detrás de otro. La mano severa de Dios pesa visiblemente sobre la espalda doblegada del pueblo. En los miles de caminos que ha recorrido, recorre y aún habrá de recorrer no hay una sola salida, ningún camino que lleve a un destino concreto terrenal. Ni a una "patria", ni a un "hogar", ni a un "refugio", ni a una "libertad". Son muchas las ocasiones en las que se pueden distinguir la llamada "voluntad de la historia". Pero en ningún lugar se manifiesta con tanta intensidad como en las muchas Grenadierstrassen en las que los judíos, más que vivir, yerran..."
Hay amargura en las palabras de Joseph Roth. Es judío, habla yidish, pero ya no cree en el dios de sus mayores. Le duele su pueblo pero no es sionista. Considera que no constituyen una nación, que son algo más, que han superado las características más toscas de las nacionalidades: el Estado, las guerras y conquistas. Considera que el sionismo va a ser sólo un amargo experimento, que significa una degradación de judaísmo porque desde el momento en que se apela a la tradición belicista de los judíos, la de la conquista de Canaán o la de los Macabeos se está relegando a la Biblia, a los Salmos o al Cantar de los Cantares.
Es una apuesta por la pluma frente a la espada, por la cultura frente a la violencia. Los episodios que están a punto de desencadenarse en Alemania demostrarán que estaba equivocado.
La calle Grenadierstrasse desde la Münzstrasse. Joseph Roth se ríe en alguno de los artículos de la costumbre de los judíos de amontonarse en los bordillos de las aceras.
Hoy la calle, ocupada por los automóviles, está vacía de gente. Aún se conservan algunos edificios de la época (p. e. el segundo de la izquierda)
El Café Dalles en la Neue Schönhauser Strasse 13 , antigua biblioteca y comedor popular
Hoy alberga un restaurante de lujo.
Hoy alberga un restaurante de lujo.
Volksbüne, teatro del pueblo, desde la Hirtenstrasse. 1924.
Destruido durante la guerra fue reconstruido en 1950.
Destruido durante la guerra fue reconstruido en 1950.
En
el tejado del edificio se puede leer OST (Este). Un letrero similar
también existía en el teatro original y es indicativo de que Berlín Este
ya se diferenciaba del Oeste en los años 20. Berlin Este comprendía
fundamentalmente barrios pobres donde el ciudadano del Oeste no se
atrevía ni a entrar.